Fue quién abrió la lata y consiguió su segundo título con la camiseta del Real Madrid. Mbappé consuma su venganza en el Lusail qatarí.
Kylian Mbappé ha vuelto a brillar en el estadio Lusail de Qatar, donde previamente vivió una de las noches más agridulces de su carrera al marcar un hat-trick en la final del Mundial contra Argentina, aunque su selección cayó en la prórroga. Hoy, ante el Pachuca, el astro francés se ha desquitado al convertirse en campeón del mundo, guiando a su equipo a una victoria memorable en la final de la Copa Intercontinental.
Desde el pitazo inicial, Mbappé demostró su determinación y calidad, liderando el ataque con su velocidad y habilidad técnica. Su desempeño fue decisivo en el resultado final, dejando claro que no sólo buscó redimirse de aquella dolorosa derrota, sino también consolidar su legado en el fútbol mundial. El enfrentamiento contra Pachuca fue una muestra de su capacidad para influir en los momentos decisivos y de su inquebrantable espíritu de lucha.
El partido en Lusail sirvió como un escenario perfecto para la reivindicación de Mbappé. Cada toque de balón y cada jugada desbordante recordó al público por qué es considerado uno de los mejores jugadores del mundo. Con esta victoria, Mbappé y su equipo celebraron no sólo un título más, sino también la culminación de una búsqueda personal de redención por parte del delantero francés.
Y si fuera poco, Mbappé también vio portería en esta gran final, prolongando su buen estado de forma y confirmando su rol crucial en la victoria. Un tanto, a su vez, que le catapulta a ser el tercer jugador que marca en sus dos primeras finales, como hizo Gareth Bale en 2014 o Marco Asensio en 2017. Impacto total.