Franco Mastantuono aterriza este fin de semana en Madrid con una mezcla de ilusión, expectación y cierto respeto por la historia que representa el escudo del Real Madrid. A sus 18 años recién cumplidos —solo podrá entrenar con el grupo a partir del 14 de agosto—, el joven argentino llega dispuesto a demostrar que su fichaje no es una mera apuesta de futuro, sino un proyecto inmediato para dejar huella.
El vínculo humano con la leyenda
En su primera entrevista tras cruzar el Atlántico, Mastantuono confesó a MARCA que “hacer el mismo camino que Don Alfredo es un orgullo”. No es una frase hecha: el nerviosismo de aquel niño de River que soñaba con La Saeta Rubia se ha transformado en motivación para afrontar sus primeros días en Valdebebas. Mientras desmontaba cajas en su nueva residencia, pensaba en la historia de Di Stéfano, que llegó a River con siete años y superó lesiones y cesiones hasta convertirse en ídolo.
A priori, con su dorsal 9 apuntando en el horizonte, Mastantuono es consciente de que cada gesto, regate y celebración tendrá ecos de aquella época dorada. Su padre le recuerda las noches en familia, viendo resúmenes de las hazañas de Di Stéfano, y hoy el jugador trae esa llama encendida para convertirla en motor de su propio relato merengue.
De River a Chamartín: adaptación exprés
Aunque solo disponga de una pretemporada breve —15 días —, su trabajo en Argentina le ha preparado para este reto. Sesiones intensivas de fuerza, velocidad y técnica individual formaron su rutina antes de subirse al avión. El filial blanco ya palpita su llegada; los veteranos avisan de que deberá ganarse minutos con humildad, hambre de gol y solidaridad defensiva, virtudes que caracterizaron al argentino en su cesión final en River.
Otros jóvenes, como Fede Valverde o Endrick, tardaron meses en romper el hielo. Mastantuono llega con la urgencia de Bellingham, cuya baja hasta octubre deja espacio en la medular, y con la confianza de Xabi Alonso, que ha preparado un plan de seguimiento personalizado. El staff le ha diseñado un programa de recuperación tras el jet lag, entrenamiento en el gimnasio y primeros toques de balón con el grupo, todo bajo la supervisión de los preparadores físicos.
Su objetivo es claro: convertir cada minuto en una lección aprendida y cada gol en un capítulo más de la historia blanca. Para ello, contará con el apoyo de Solari, embajador de River y directivo del Real Madrid, y con la guía de los capitanes, que ya le han dado la bienvenida con ese abrazo de familia madridista.