Franco Mastantuono vivió un arranque de reinado muy diferente al de otros fichajes galácticos: con sencillez y una sonrisa genuina, se detuvo a firmar decenas de camisetas antes de subirse al coche que le acercaría al centro de Madrid. No había alfombra roja ni órdenes de protocolo: solo un chico de 17 años, fascinado por el calor del madridismo, que se tomó su tiempo para agradecer a los seguidores.
De Valdebebas al Santiago Bernabéu: un peregrinaje emocional
El trayecto hacia el hotel se transformó en un paseo casi místico. En las afueras de Valdebebas, Mastantuono contempló por primera vez el estadio Alfredo Di Stéfano, recordando la huella de esa leyenda argentina que también llegó desde River Plate. “Hacer el mismo camino que Don Alfredo es un orgullo para quien nació en River”, había confesado días antes en MARCA, y ahora esa frase cobraba vida ante sus ojos.
El momento cumbre llegó al pasar frente al Santiago Bernabéu. El joven sacó el móvil y grabó, impresionado por la envergadura de ese templo blanco. Con la mirada alzada y un deje de ironía, murmuró: “Chiquito, eh”, como si desease compartir con sus amigos el impacto de ver por primera vez uno de los estadios más emblemáticos del fútbol mundial. Para un chico acostumbrado a soñar con grandes escenarios, aquel instante representó la síntesis perfecta de un sueño hecho realidad.
A su llegada al hotel, Mastantuono no ocultó los nervios ni la emoción por el desafío que le espera: debutar en Liga el próximo 19 de agosto. Xabi Alonso ya ha señalado que la pretemporada exprés le servirá para integrarse al grupo, pero aquel gesto de firmar camisetas y grabar el Bernabéu demuestra que, más allá del talento, el joven argentino trae el alma blanca bien arraigada.
Para los veteranos del vestuario, su humildad es la mejor carta de presentación: un futbolista que comprende la magnitud del club sin dejarse deslumbrar. En solo unas horas, Mastantuono ha tejido los primeros hilos de su leyenda personal, conectando con la afición de una manera auténtica.