El Real Madrid viene de ganar a Juventus y Barça en apenas una semana y confirmarse como líder absoluto en Liga y Fase Liga de la Champions League.
El equipo vuela, las sensaciones son inmejorables, y la moral de la plantilla está por las nubes. Sin embargo, en los despachos y en el cuerpo técnico merengue, hay una alarma más: el «Tourmalet silencioso» que espera al equipo antes del siguiente parón de selecciones.
El calendario de los próximos diez días dibuja tres partidos de altísima exigencia que, curiosamente, fueron el pozo de puntos del Real Madrid la pasada campaña con Carlo Ancelotti.

El año pasado, el Valencia se llevó los tres puntos de nuestra casa con un 1-2 que destapó el problema defensivo instaurado con el técnico de Reggiolo. Tres días después llega el plato fuerte: Anfield. Vienen en mal momento, sí, pero no conviene fiarse.
El nuevo Liverpool de Arne Slot ha abierto la chequera y se ha armado hasta los dientes, invirtiendo más de 500 millones para conformar un dream team (Wirtz, Isak, etc.). Tras la dolorosa derrota del curso pasado, el Madrid necesita una victoria de prestigio para afianzar el liderato de grupo y, sobre todo, mandar un mensaje a Europa: la Champions es nuestra especialidad, no su coto de caza. El año pasado se saldó con un contundente 2-0 que pudo ser un 5-0 o 6-0 por la inoperante actuación madridista.

Finalmente, la trampa definitiva: Vallecas. El Rayo de Íñigo Pérez es el epítome de la incomodidad. Un equipo que corre, que presiona y que convierte su pequeño estadio en un campo de batalla. El empate a tres de la temporada anterior fue una bofetada de realidad. Xabi tendrá que esquivar la trampa para llegar en condiciones óptimas al siguiente frenazo al fútbol de clubes.

