El Real Madrid aterrizó el martes en Atenas con un objetivo claro: llevarse los 3 puntos del país heleno fuese cual fuese el precio, después de los tres pinchazos consecutivos en Liga y Champions, que dejaba al conjunto blanco a otro solo tropiezo de quedarse fuera del top-8.
Una situación que el club en su totalidad, comenzando por Xabi Alonso y acabando por todos y cada uno de los futbolistas de la plantilla, estaban decididos a evitar. Un partido que el tolosarra afrontaba de la mano de un enorme drama en el centro de la zaga, al no poder contar con Militao, Huijsen ni Rüdiger, lo que se presuponían como los tres centrales principales antes del comienzo de la temporada.
El Olympiacos mostró las costuras de un Real Madrid muy frágil en defensa
Xabi, ante esto, no pudo hacer más que optar por un experimento en el centro de la defensa. Con Asencio como único central natural disponible, el tolosarra tuvo que apostar por un acompañante fuera de su posición. Y cuando todas las miradas se dirigían a Tchouaméni, Xabi finalmente optó por Álvaro Carreras para ocupar esta posición.
Una decisión que, desde un primer momento, no pareció salirle muy bien al tolosarra, pues antes del minuto 10 del encuentro, el conjunto griego ya se había adelantado. Al Madrid le tocaba remar, y entre Mbappé y Vini le dieron la vuelta a un partido que, por momentos, pareció que podría ponerse verdaderamente complicado.
Los de arriba resolvieron en los primeros 45 minutos el tempranero gol encajado al comienzo del encuentro. Sin embargo, el drama no llegó hasta la segunda mitad, con un Real Madrid con dos tantos de ventaja en el marcador. En ese momento, Xabi decidió sentar a Asencio y retrasar la posición de Tchouaméni, y ahí fue donde comenzó el verdadero drama.
El conjunto blanco pasó de un partido completamente controlado a terminar pidiendo la hora en tierras griegas. Y lo cierto es que se llevaron los 3 puntos de vuelta a la capital española, pero sufriendo más de lo debido por una fragilidad defensiva tan evidente como poco habitual, que, sin embargo, ya ha hecho acto de presencia en otras ocasiones esta temporada.
El ejemplo más evidente es el del encuentro del Metropolitano, en el que el conjunto blanco recibió cinco goles por parte del Atleti. Cinco goles que tuvieron ciertas similitudes con los encajados en la noche del miércoles en el Georgios Karaiskakis, pues los dos tantos que pusieron al conjunto griego al borde de la remontada vinieron de centros laterales que encontraron remates sin oposición.
Mismo modus operandi del que se aprovechó el Atleti para derrocar al conjunto blanco en el encuentro liguero, con un Sorloth que hizo un auténtico destrozo a los centrales blancos mediante el juego aéreo. En la noche del martes, por suerte, no hubo daños mayores que lamentar, pero lo cierto es que el Real Madrid tiene un mal de alturas evidente respecto al que, por el momento, Xabi no está encontrando la solución.
Un mal de alturas que puede y debe ser solucionado, precisamente, con centímetros. Centrales como Rüdiger y Huijsen tienen las condiciones idóneas para poner tierra de por medio con un problema que, por lo que se ha visto hasta ahora, tiene más que ver con el juego posicional que con las condiciones de los propios centrales. Por suerte, este año, Courtois sigue llevando la capa de superhéroe, pero por si algún día se le olvida en el vestuario… el conjunto blanco tiene que trabajar para atajar lo antes posible un problema que empieza a convertirse en un auténtico drama.
