Vinícius Jr. puso fin a un nefasto 2025 de una forma que, a grandes rasgos, es un fiel reflejo de lo que ha sido el año no solo para él, sino para el Real Madrid a nivel global: la pitada que le dedicó el Santiago Bernabéu resume en un solo gesto la crispación y la frustración que ha acompañado al conjunto blanco a lo largo de toda la temporada.

Una pitada que, en un estadio como el blanco, y tras un año como el que se termina, es lógica y puede que hasta justa, más aun teniendo en cuenta que figuras del calibre de Cristiano Ronaldo o Zinedine Zidane. Sin embargo, la pitada a Vini a término personal es algo que va mucho más allá de lo que acontece sobre el terreno de juego.

Un mensaje que cala en el madridismo producto que una campaña cocida a fuego lento

Poniendo los puntos sobre las íes, y a la hora de hablar desde la sinceridad más absoluta, muy pocos los jugadores del Real Madrid que han dado la cara este año. Ha habido destellos y también circunstancias que han mandado por encima de lo futbolístico, pero la realidad es que exceptuando a Thibaut Courtois y Kylian Mbappé, prácticamente ningún futbolista merengue ha estado a la altura de lo que se espera de él.

Y la realidad es que los pitos han sido desde siempre la forma en el que Bernabéu muestra su disconformidad. Recientemente, algunos como Aurelién Tchouaméni han recibido una sesión de pitoterapia que, en el caso concreto del francés, le vino de perlas, ya que utilizó la crítica como motor de su motivación para, a las órdenes de Xabi, convertirse en el ancla del conjunto blanco.

Sin embargo, el sábado, después de otra mala actuación del Real Madrid en casa, en un contexto en el que se palpaba la tensión desde el minuto uno, Vini fue el único en recibir silbidos, cuando la realidad es que, salvo Courtois, en líneas generales, el partido de todos los futbolistas blancos fue ramplón. Unos pitos que, aunque no lo parezcan, obedecen a un discurso demagogo que ha calado en ciertos sectores del Bernabéu.

Es una realidad que, durante los últimos años, Vinícius siempre se ha visto en el centro de la polémica. En algunas ocasiones, porque se ha equivocado. Y la realidad es que el brasileño nunca ha tenido problemas para reconocer sus errores. Sin embargo, la realidad dicta que, en muchas otras ocasiones, son otros intereses los que le han colocado en el centro de la polémica.

Intereses ajenos al Real Madrid cuya careta se cae al mencionar otros casos, cercanos y a la vez lejanos, como es el de Lamine Yamal. El extremo del Barça es otra de las grandes estrellas de LaLiga. Y lo que les une por un gran nivel futbolístico, les separa por un tratamiento mediático absurdamente desigual cuyo resultado termina siendo la percepción global que tiene uno respecto a la que tiene el otro.

Y lo de la última jornada fue el fiel reflejo de ello: Renato Veiga fue expulsado por una entrada por detrás a Lamine Yamal, quien, antes de protestar la entrada, trató de golpear con la mano desde el suelo al zaguero del Villarreal. Una entrada que para unos es roja y para otros no, aunque para Alberola Rojas fue roja indiscutible, en otro ejemplo de la protección arbitral que rodea a la estrella del Barça.

Un criterio que el bueno de Alberola no aplica del mismo modo para todos. Sin ir más lejos, la temporada pasada, en la vuelta del encuentro copero frente a la Real Sociedad, Olasagasti protagonizó una salvaje entrada contra Vini a escasos metros de Alberola Rojas: con fuerza desmedida y con los tacos a la altura de la rodilla del brasileño. El veredicto, para desesperación de Vini, se saldó con una tarjeta amarilla difícil de creer.

Una realidad que viene siendo así con el ‘7’ del Real Madrid desde hace varias temporadas. Unas temporadas en las que ha habido una auténtica cacería contra Vini en LaLiga, en las que se ha convertido el jugador que más faltas recibe de las cinco grandes ligas, en las que se han vivido entradas verdaderamente terroríficas como la mencionada, y algunas otras menciones especiales como Gabriel Paulista o Pablo Maffeo.

No obstante, la gran diferencia en el tratamiento arbitral queda en nada cuando hablamos del tratamiento mediático. En el encuentro en La Cerámica, tras anotar un gol, Lamine Yamal se enfrentó con una burla a los aficionados allí presentes, simulando los silbidos que había recibido por parte de la afición local. Ante ello, el medio deportivo más leído de España dictó lo siguiente: “Es una pena que un jugador de la calidad de Lamine, que debería ser aplaudido en cada campo, se vaya ganando enemistades”.

Mientras tanto, Vini, pitado en absolutamente todos los campos de España por esa campaña mediática, es juzgado con una vara muchísimo más dura en situaciones similares. Entre las menciones más honoríficas, muchos recordarán a Juanma Castaño, director de Tiempo de Juego, llamar payaso al brasileño por señalarse las Champions ante la afición del Atleti. Una afición que, además de insultarle cada vez que toca el balón, hace dos temporadas ahorcó un muñeco con su camiseta.

Y así, con absolutamente todo. Mientras el juicio popular siempre protegerá a Lamine, independientemente de lo que haga sobre el verde o fuera de él, Vini no solo es tratado con una vara muchísimo más dura, sino que, en muchos casos, sus agresores, como es el caso de Pablo Maffeo, son invitados a los programas de máxima audiencia a seguir esparciendo el odio contra Vini y ganarse así un minuto de gloria.

Todo esto, aunque haya sido de forma inconsciente, ha llegado a calar en muchos sectores del madridismo, llevando a algunos incluso a pedir la venta de Vini. Y es cierto que el brasileño está muy lejos de ese nivel con el que le robaron un Balón de Oro y que, deportivamente, puede dar mucho más. Pero de lo que no se puede olvidar el Santiago Bernabéu es que Vinícius es uno de los que ha defendido a muerte el escudo cuando pocos lo hacían. En definitiva, uno de los nuestros, y de esos cada vez se encuentran menos.