Sigue el escándalo con las imágenes del VAR y los audios. Solo se escucharon los audios cuando el colegiado estaba mirando el monitor, pero no los dos minutos anteriores de ir a mirar el monitor, tal y como ha recalcado el madridismo en redes sociales.
Desde el VAR, le dicen a Isidro: «Isidro, ves a la APP donde se ve claramente cómo Nacho golpea el tobillo del jugador del Sevilla. Ahora te pasamos otra toma. Es falta, le golpea el tobillo«. Díaz de Mera decidió anular el gol, cuando en las imágenes se ve claramente que Nacho toca balón y roza ligeramente a En-Nesyri, pero sin intención de hacer falta. Previamente hay un codazo del delantero, el árbitro pregunta por ello y se corta la conversación que duró más de dos minutos.
Arbitraje desquiciante
Se ve claramente cómo hay un presunto corte muy sospechoso en las imágenes del VAR, y con imágenes muy rápidas y borrosas. El arbitraje de Díaz de Mera ayer en el Bernabéu fue lamentable.
Aparte del gol mal anulado a Lucas Vázquez por falta previa de Nacho, que se ve claramente que toca balón por mucho que quieran manipular las imágenes, debió expulsar a Ocampos por un codazo a Lucas Vázquez y dejó de señalar dos penaltis a favor del Real Madrid.
Uno de Soumaré a Brahim por empujón dentro del área, y la jugada acabó sorprendentemente con tarjeta amarilla para Kroos por una falta inexistente a Ocampos. Se ve claramente cómo el alemán ni toca al jugador argentino del Sevilla. Tampoco señaló un claro agarrón dentro del área del Sevilla de Badé a Rüdiger. Lo sorprendente es que tampoco le avisaron desde el VAR.
Aparte de todas estas jugadas, el colegiado permitió todo tipo de entradas duras a los jugadores sevillistas, cortando el juego continuamente con la permisividad de Díaz de Mera. No nos puede extrañar que cada día vea menos gente la Liga española. Por el bien del fútbol español, se tendría que cambiar todo el estamento arbitral para que la competición tuviera más credibilidad, porque ahora no tiene ninguna. Con arbitrajes como el de ayer en el Bernabéu se pierde toda la poca credibilidad que queda tras el caso Negreira y su BarçaGate.
Foto: Cordon Press
