El Real Madrid y su afición llevan tiempo señalando algo que ya es imposible seguir negando: en LaLiga hay un doble rasero arbitral flagrante. Los hechos están ahí, las imágenes también. Y lo que se permite al Barça no se tolera en el Madrid, por mucho que desde algunos despachos y platós se intente vender lo contrario.
El último ejemplo ha sido especialmente sangrante. En el Valladolid-Barça, se pudo ver a Muñiz Ruiz charlando amigablemente con Raphinha al final del encuentro, incluso felicitándole por su actitud. Una escena que, en lugar de neutralidad, destila complicidad.
Previamente, Íñigo Martínez se refirió al colegiado Ricardo De Burgos Bengoetxea como “Richi”, un gesto de colegueo que no se le escapa a nadie y que deja en evidencia la relación de cercanía entre ciertos árbitros y jugadores del club azulgrana.
Muñiz Ruiz agradeciendo a Raphinha que no haya agredido a ningún jugador y no tener que pasar por alto su expulsión, como ocurrió el día del Celta de Vigo con Melero López
— LOCOS REAL MADRID (@LocosRealMadrid) May 4, 2025
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Ahora comparando esto con lo que vive el Real Madrid semana tras semana. El caso Bellingham fue paradigmático: Munuera Montero le expulsó directamente en Pamplona por supuestamente decirle “f*** you”, cuando las imágenes muestran que lo que pronunció fue “f*** off”, una expresión genérica de frustración que no iba dirigida al colegiado. Pero da igual, con el Madrid no hay beneficio de la duda.
Y no es un hecho aislado. Soto Grado llegó a decirle a los jugadores del Madrid “haber marcado antes” cuando reclamaban tiempo añadido en otro encuentro. Un desprecio a la competición y a la camiseta blanca. Tampoco se olvidan las amenazas encubiertas: a Mbappé, tras una protesta, Munuera le espeta un “te la estás jugando”.
El contraste no puede ser más descarado. Mientras al Barça se le consiente todo y se le trata entre bromas y sonrisas, al Real Madrid se le persigue con lupa, con expulsiones, amenazas y una actitud generalizada de desprecio por parte de varios árbitros. No es una percepción, son hechos repetidos. Y la paciencia se agota.

