Una final, sea de lo que sea, siempre deja dos caras: la alegre y positiva o la tristeza y desolación. El España-Inglaterra la repartió a partes iguales tras el pitido del final.

Dani Carvajal, al ritmo de la «Potra Salvaje», enloqueció definitivamente tras acudir al sector en el que estaban presentes los españoles para festejar la Eurocopa. Saltó el control policial y tumbó una de esas cintas entre el jolgorio hispano.

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La otra cara, opuesta totalmente, la dejó Jude Bellingham. Firmó una gran actuación, pero fue insuficiente para los suyos. El de Birmingham, desolado, trató de ver la ceremonia de campeón de España desde el banquillo en la lejanía. Previamente golpeaba con furia una de las neveras del staff técnico.

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Periodista deportivo y cursando por la Licencia UEFA PRO de Fútbol.

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