El ambiente en el Santiago Bernabéu volvió a caldearse, pero esta vez no por el frío de diciembre, sino por la actuación de Muñiz Ruiz. El colegiado gallego, recientemente renovado como internacional por la FIFA a pesar de su polémico historial, protagonizó un arbitraje para el olvido en el Real Madrid-Sevilla (2-0) que dejó descontentos a ambos bandos.

El partido, que terminó con victoria blanca, estuvo marcado por la pérdida de control de un colegiado que ya venía señalado tras el «escándalo de Cornellá», donde perdonó una roja directa a un rival por una entrada sobre Mbappé. En esta ocasión, el Bernabéu fue testigo de una serie de decisiones contradictorias que elevaron la tensión de forma innecesaria.

​Del perdón a Marcao a los penaltis fantasma

​La polémica estalló pronto, en el minuto 37, cuando Muñiz Ruiz perdonó la roja directa a Marcao tras una entrada con los tacos por delante al tobillo de Rodrygo. Aunque el central sevillista fue expulsado más tarde por doble amarilla, el criterio inicial del árbitro indignó a la parroquia blanca.

La entrada de Marcao fue terrorífica

El «autoritarismo» contra Matías Almeyda

​El banquillo del Sevilla tampoco escapó de la fijación del colegiado. El técnico Matías Almeyda fue expulsado por realizar «observaciones de forma insistente», algo que el argentino calificó en rueda de prensa como una falta de humildad y un gesto de autoritarismo. «No soy ningún payaso de ningún circo… los hombres dialogan», sentenció un Almeyda visiblemente afectado por la imposibilidad de intercambiar palabras con el árbitro.

​Esta nueva actuación pone de nuevo el foco sobre el CTA y el nivel de sus árbitros internacionales, en un momento donde cualquier error se magnifica por el pasado de algunos colegiados relacionado con los cursos de Javier Enríquez, hijo de Negreira.