Luka Modrić vivió este sábado una de las noches más emotivas de su carrera. En su último partido de Liga en el Santiago Bernabéu, el estadio se rindió a uno de los grandes ídolos de la historia reciente del club. Aplausos eternos, pancartas, ovaciones y emoción en cada rincón de Chamartín marcaron un homenaje a la altura de su legado. Incluso estuvo Toni Kroos en un abrazo legendario que ya es historia del fútbol.
El croata, que dejará el club tras el Mundial de Clubes en junio, recibió el cariño de todo el madridismo en una ceremonia íntima pero sentida, donde el club le mostró su reconocimiento tras 13 temporadas llenas de títulos, fútbol y liderazgo.
Una carrera legendaria con sello blanco
Modrić llegó al Real Madrid en 2012 y desde entonces ha conquistado 28 títulos, incluidos 6 Copas de Europa, 6 Mundiales de Clubes, 5 Supercopas de Europa, 4 Ligas y 2 Copas del Rey. Es el jugador con más títulos en los 123 años de historia del club, un dato que habla por sí solo de su dimensión.
Más allá de los números, su forma de entender el juego, su liderazgo silencioso y su fidelidad a los valores del club lo convirtieron en una leyenda viva. En 2018, ganó el Balón de Oro, el The Best y fue nombrado Jugador del Año por la UEFA. También fue clave con su selección, Croacia, con la que alcanzó la final del Mundial 2018 y suma 186 internacionalidades, récord absoluto.

El presidente Florentino Pérez lo expresó con claridad: “Modrić permanecerá para siempre en el corazón del madridismo”. Y así lo demostró el Bernabéu, despidiendo entre lágrimas a un jugador irrepetible.
La ovación final fue un símbolo: el madridismo despide a Modrić, pero su huella no se borra. El legado continúa, porque su fútbol ya forma parte del alma blanca.

