Arda Güler volvió a ser centrocampista titular en los cuartos de final del Mundial de Clubes ante el Borussia Dortmund y no hizo ruido: hizo sinfonía. Dos asistencias, un dominio técnico aplastante y un partido que pide ya otra categoría de tratamiento. El joven turco no solo se está adaptando al centro del campo: se está transformando en una mezcla o simbiosis de Luka Modric y Toni Kroos, justo cuando ambos gigantes del medio blanco dejan atrás su era en el Bernabéu.
Suelto como Kroos, intuitivo como Luka
Arda no necesita levantar la cabeza. Todo lo que sucede a su alrededor parece estar ya en su mente antes de que ocurra. Sus 65 de 68 pases completados (96%) ante el Dortmund no son solo una estadística redonda: son el reflejo de un jugador que entiende los ritmos, que sabe cuándo acelerar y cuándo juntar. Como Kroos. Pero a eso le añade algo más difícil de entrenar: el instinto para decidir en los últimos metros, para asociarse con Jude Bellingham en una baldosa o filtrar el pase donde otros ni miran. Como Modric.

No es casualidad que en la jugada del primer gol, sea él quien reciba entre líneas, gire y encuentre en el momento justo a Gonzalo García desmarcándose en el área. Tampoco en la del 3-1 de Mbappé poniéndosela con guante para que remate de semichilena. La jugada fluye porque Arda piensa en música. Y la toca de 10, como un 10. Playmaker total para Xabi.
Xabi ya ha decidido: hay que construir desde él
“Nos ha ayudado mucho a juntarnos cerca de los centrales para enlazar con Jude… y luego, cerca del área, tiene muy buen pie”, dijo Xabi Alonso en rueda de prensa tras el 3-2 al Dortmund. Pero lo importante llegó después, con media sonrisa: “Tenemos que ayudarle entre todos… habrá cosas que mejorar, pero jugando se mejora”. Palabras que suenan a respaldo total, a mensaje interno y externo. Si hace apenas meses Güler era un proyecto técnico y frágil, hoy es pieza de jerarquía en una final internacional. Y Xabi no lo pone por marketing: lo pone porque hace mejor al equipo.

En un Madrid que ha perdido en un año a Kroos y Modric —el primero retirado en el Bernabéu, el segundo rumbo al Milan tras este título—, el símbolo del relevo está tomando forma. Y tiene 20 años.
El futuro ya no espera: Arda y el Real Madrid, punto de partida
En sus 78 toques ante el Dortmund, Güler no solo pidió la pelota: pidió galones. Y lo hizo en un partido de altura, en un escenario de presión, donde otros hubieran optado por esconderse entre líneas. No fue su caso. No marcó, no hizo una ruleta viral. Pero dejó dos asistencias, dos ocasiones claras creadas, y un partido sin una sola mala decisión.
El Madrid no necesita buscar fuera lo que ya tiene dentro. Porque mientras el fútbol europeo habla del adiós de dos de los mejores centrocampistas de su historia reciente, el club blanco ya tiene a quien puede unir su talento: Arda Güler se transforma en Modric y Kroos.